domingo, 22 de junio de 2014

¿Quieres adelgazar? Aprende los conceptos básicos para que no te vendan la moto con dietas milagro

Estamos acostumbrados a ver multitud de anuncios sobre dietas hipocalóricas, hiperproteicas, etc… que prometen una pérdida de peso acelerada. La mayoría de personas que siguen este tipo de dietas al poco tiempo vuelven a ganar el peso perdido y un poco más.
Entonces ¿qué está pasando? ¿Por qué no pierdo peso, si sigo todas las dietas que veo? Además, si como poquísimo, ¿Por qué no adelgazo?
Para dar respuesta a estas preguntas tenemos que entender qué es el metabolismo basal.
El metabolismo basal es el gasto energético diario necesario para realizar las funciones fundamentales para vivir, excluyendo la actividad física o trabajo. Este metabolismo cambia en  función de la edad, teniendo su máxima actividad a los 2 años de edad, estabilizándose entre los 30 y 40 años, y disminuyendo a partir de los 40. Pero todo esto variará en función de la dieta y la actividad física que realicemos.
Debemos saber que nuestro cuerpo está compuesto por  masa grasa, masa magra y agua. Así, si tenemos mucha grasa y poco músculo nuestro metabolismo será menor, ya que mantener los depósitos grasos no tiene gasto energético. Sin embargo, si tenemos más músculo que grasa, nuestro metabolismo será superior, ya que el mantenimiento de las células musculares requiere grandes gastos energéticos.
Esto nos lleva a entender que lo importante no es lo que marque la báscula, sino el porcentaje que tengamos de grasa, agua y músculo.
Nuestro cuerpo está diseñado para adaptarse a cualquier circunstancia para asegurar la supervivencia. Es decir, si someto a mi cuerpo a una dieta baja en calorías durante una semana o dos, éste entenderá que no puede mantener un metabolismo basal alto, por lo que lo disminuirá para asegurar la eficiencia energética. Así que con esta estrategia lo único que conseguiremos es ganar peso.

Es importante estimar nuestro metabolismo basal para conocer nuestras necesidades energéticas. Para esto hay varios métodos. El más fiable es la calorimetría, basada en la cantidad de oxigeno y dióxido de carbono intercambiado. Otro método más accesible es la bioimpedancia. Con ella podemos hacer una aproximación de las necesidades energéticas diarias en función de la actividad física realizada y con esto, podemos realizar un programa para conseguir la pérdida de grasa y la ganancia de músculo.

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