Autor: Daniel Tapia Amores
La carrera
como actividad recreativa se ha expandido de manera exponencial en los últimos
años. Esto ha generado un interés sobre la biomecánica de la carrera. La
historia del calzado deportivo comienza en cuanto nuestros antepasados se
desplazaban descalzos de un lugar a otro y comenzó la necesidad de protección
del pie. Esto se continúa hasta nuestro calzado modero. Pero a pesar del
esfuerzo por mejorarlo nuestros deportistas siguen teniendo una alta tasa de lesiones.
La reciente corriente minimalista propone carrera con pasos más cortos, más
rápidos y con un calzado de suela extrafina o descalzo. Los antropólogos
sugieren que la carrera se inició al menos 4,4 millones de años con nuestros
antepasados homínidos, los Australopitecus, y
2000 años más tarde con el “homo descalzo erectus”. Pero hasta 30.000 años más
tarde no surgieron las primeras protecciones para los pies. Las primeras sandalias
aparecidas datan del 6.300 años a.C. Con el tiempo el calzado ganó un respeto
cultural como símbolo de status. Las primeras modificaciones en el calzado para
su mejora datan del 883 a.C. en Mesopotamia. La evolución del calzado desde
entonces hasta hace 40 años ha sido poca y lenta. Pero desde el boom deportivo
de los 60 ha hecho evolucionar la tecnología del calzado. Para muchas personas
la carrera se ha convertido en una necesidad, sobre todo en la sociedad
estadounidense donde la practican entre 3 y 6 millones de personas cada año.
Este aumento de consumidores de calzado hizo que empresas como Nike vieran una
oportunidad de negocio y comenzaran mejorar la tecnología de sus calzados.
Aparecieron los primeros calzados con amortiguación, que proporcionaban mayor
confort, disminuían el impacto y mejoraban la carrera. Pero a pesar de que hoy
en día no se concibe un calzado sin amortiguación, la evidencia científica no
ha encontrado que ésta reduzca las lesiones derivadas de la práctica deportiva.
La
última moda en el funcionamiento de la evolución del calzado deportivo ha sido
el desarrollo de determinadas zapatillas con inserciones ortopédicas para los
diferentes tipos de arco del pie. Así en el mercado podemos encontrar calzado
para pronadores, para supinadores y para neutros. Pero aunque ha aumentado su
popularidad dentro de la comunidad de corredores no hay evidencia científica de
que estos suplementos ortopédicos puedan reducir la tasa de lesiones derivada
de la carrera.
TASA DE LESIONES
A pesar
de los avances tecnológicos la tasa de lesiones de corredores de resistencia se
ha mantenido igual en los últimos 30 años. El 50% de corredores tienen una lesión
al año. La mayoría de lesiones se centran en rodilla, pierna y pie. Los
factores de riesgo son sistémicas: la
edad, el sexo, el peso, la alineación de la rodilla, el tipo de arco del pie y
la flexibilidad. Entrenamiento: la
frecuencia de entrenamiento, las alteraciones del terreno, la distancia de la carrera,
la experiencia, el deterioro del calzado, el ritmo. Salud: lesiones anteriores y problemas médicos. Estilo de vida: alcohol, tabaquismo,
etc..
Aunque
la mayoría de actuaciones van centradas en modificar las sistémicas y las de
entrenamiento, se ha demostrado que el aumento del kilometraje unido a variables
anatómicas eleva el riesgo de lesión y que la implementación ortopédica
(calzado pronador, rodillera, etc..) no disminuye el riesgo de lesión.
Por otro
lado se ha demostrado que la reeducación de la marcha en corredores ha disminuido
significativamente el riesgo de lesión.
MINIMALISMO O BAREFOOT
El
minimalismo o Barefoot se generó con la publicación del libro de Christopher
McDougall en 2009 “ Born to Run” en él describe la técnica de carrera de los
indios Tarahumara: Los miembros de esta tribu del Cañón del Cobre en México
realizan cientos de kilómetros por semana con sandalias de suela de neumáticos
usados. Este estilo se caracteriza por la zancada corta, pasos ligeros, poca
protección en la suela y máxima flexibilidad.
En los últimos
años, un equipo de investigación en biomecánica ha demostrado como los
corredores minimalistas son capaces de dispersar las fuerzas del impacto más
eficientemente. Además, corredores descalzos generaron menos fuerzas de
compresión que corredores con calzado amortiguador. Esto puede estar
influenciado por la pérdida de retroalimentación somatosensorial de los
mecanoreceptores plantares en corredores con calzado amortiguador. Así los soportes
de calzado para supinadores o pronadores pueden dificultar el mecanismo innato
de protección.
A pesar
de todo esto aún no hay estudios clínicos que apoyen el uso de calzado
minimalista frente al calzado con amortiguación. Los opositores a este movimiento
creen que el correr con calzado minimalista puede aumentar las fuerzas de
impacto y con ellas las lesiones.
Algunos
investigadores aseguran que la retroalimentación sensorial plantar es capaz de
tolerar importantes cargas abrasivas y de corte.
No obstante deberíamos realizar la transición de calzado
a minimalista de manera progresiva. Así se desprende el término BAREFOOT: B (Body alignment)alineamiento
corporal, A (Air-ground awareness) aire-tierra
con conciencia, R (Reach softly) alcance
suave, E (Effortless energy) energía
fácil, F (Foot control) control del pie, O (Optimize rest) optimización del
resto del cuerpo, O (Organized change)
organizar los cambios, T (Tune in) sintonizar.
El
calzado minimalista debe ser ligero, flexible, sin talón elevado, poco relleno
y mínimo apoyo artificial. En resumen, un calzado que evite los pinchazos,
heridas y la temperatura de la superficie sin alterar la entrada de información
estereoceptiva plantar.
Realizar
este cambio en el calzado de una forma progresiva podría reducir las tasas de
lesiones, una meta que estas modernas zapatillas para correr tienen pendiente
de evidenciar.
Aún
existe una gran controversia entre investigadores, deportistas y profesionales sobre
el uso de calzado minimalista. Esperamos que los próximos estudios nos aclaren las ventajas o desventajas de su
uso.
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